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Mario Bunge joven, para Blupeados

Mario Bunge (Gran Buenos Aires, 21 de septiembre de 1919 - Montreal, 24 de febrero de 2020)​​, filósofo, epistemólogo, físico y crítico argentino. Es uno de los científicos hispanohablantes más citados de la historia.​

Una página del libro Pseudociencia e ideología, del filósofo argentino Mario Bunge (1919-2020).


La ciencia difiere de la tecnología, de las humanidades y de las artes, pero no se opone a ellas. No hay incompatibilidad entre hacer química y aplicarla a la industria, o entre estas actividades y escribir sobre filosofía o hacer música.

Los cuatro sectores (la ciencia, la tecnología, las humanidades y las artes) son mutuamente compatibles y, más aún, en ocasiones se solapan. Por ejemplo, la física experimental de las altas energías exige una tecnología refinadísima; la arquitectura y el diseño industrial unen la tecnología con el arte; y la CCT (ciencia de las ciencias y tecnologías) hace de puente entre las humanidades, por una parte, y las ciencias y tecnologías por la otra.[1]

No ocurre así con la ciencia y la religión: estas se excluyen mutuamente porque hacen afirmaciones mutuamente contradictorias; por ejemplo, una afirma que la vida se originó espontáneamente, y la otra dice que fue creada; y porque la una niega la validez de métodos (por ejemplo, el recurso a las Sagradas Escrituras y la oración) que emplea la otra.

Es verdad que la ciencia y la religión coexisten en el cerebro de algunos individuos, al modo en que un individualista por temperamento puede simpa­tizar con el socialismo (como es el caso de quien escribe), o un devo­to cristiano puede vivir en pecado.

La coherencia perfecta es un ideal, no un hecho corriente en la vida humana. Galileo Galilei (1564-1642) y René Descartes (1596-1650), así como Isaac Newton (1643-1727) y James Clerk Maxwell (1831-1879) y muchos más, tuvieron creencias religiosas; más aún: Bernard Bolzano (1781-1848) y Gregor Mendel (1822-1884) fueron monjes. Pero ninguno de ellos mezcló la ciencia con la religión: Dios no figuraba en sus fórmulas o experimentos.

Como hombres modernos que eran, se cuidaron de mantener perfectamente separadas su ciencia de su reli­gión. Si hubiesen invocado la intervención divina para explicar los hechos naturales que estudiaron, ahora no serían considerados eminentes científicos sino charlatanes.

Notas

  1. Mario Bunge escribió en ese párrafo: «La CCT hace de puente entre las humanidades, por una parte, y las ciencias y tecnologías por la otra». Qué raro que nadie le haya dicho a Bunge que nunca hay que usar acrónimos, por más conocidos que nos parezcan. Solo la ONU, la Unesco, la OTAN y el sida pueden ser nombrados de esa manera. No pude encontrar el significado del acrónimo CCT. Lo más cercano podría ser ‘comunicación, cultura y tecnología’.
    Nota, dos años después: Ya encontré (pirateado) el libro de Mario Bunge Seudociencia e ideología. Ahí explica en la primera página ese acrónimo, que será utilizado muchísimo en el resto de las páginas:
    CCT (ciencia de las ciencias y tecnologías).


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