No hay reencarnación en el Ṛg-veda
Artículo escrito por el académico belga Koenraad Elst (Leuven, 1959), y publicado el 22 de marzo de 2013 en el blog Koenraad Elst (en Blogspot).
http://koenraadelst.blogspot.com/2013/03/no-rebirth-in-rg-veda.html
En mi artículo sobre la diosa Sati, escribí que la leyenda de Sati se remonta a la época en que los indios (los habitantes de la India) aún no creían en la reencarnación. En esa época también había otros pueblos que no tenían la creencia en la reencarnación, como los chinos y los antiguos egipcios. Como era de esperar, algunos hinduistas reaccionaron furiosamente, afirmando que los indios creen en la reencarnación desde siempre, y citando capítulos y versículos de los Vedas para probarlo.
Aquí está mi respuesta: el Ṛg-veda, al menos, no contiene la doctrina de la reencarnación. El texto que introduce explícitamente ese tema es un texto védico posterior al Ṛg-veda. Así que mi afirmación no es la respuesta de un extranjero, sino la de uno de los grandes rishis (videntes) de la India.
El concepto de reencarnación se explica por primera vez en el Chāndogya-upaniṣad (que es uno de los Upaniṣad más antiguos, de mediados del I milenio a. n. e.).
El joven brahmán Śuetaketu regresa a casa tras haber terminado sus estudios, donde supuestamente había aprendido todo el conocimiento védico, incluida la doctrina central de los Upaniṣads. La creencia central de los Upaniṣads es atmavada, la doctrina del ser).
Śuetaketu se encuentra con Jaivaleya, su amigo de la infancia de la casta kṣatrīya, quien lo interroga sobre el conocimiento que obtuvo.
―¿Te enseñaron lo que nos pasa después de la muerte?
―No, ese tema no formaba parte de mi plan de estudios ―admite Śueta Ketu.
Con esto podemos concluir que la doctrina central de los Upaniṣads no depende de una creencia en vidas futuras (como sería la doctrina de la reencarnación).
En el budismo y el yainismo, la reencarnación es absolutamente central, y es justo reírse de los conversos occidentales que insisten en declararse budistas pero se niegan a aceptar la reencarnación.
En el hinduismo, por el contrario, es simplemente la situación de hecho que la mayoría de la gente cree en la reencarnación, pero la doctrina central en su forma original no depende de esa creencia. El objetivo de la meditación budista es la detención de la rueda de las reencarnaciones, en cambio el objetivo de la meditación hinduista no está tan definido.
Lean a Patañjali (siglo III a. n. e.), quien menciona superficialmente el conocimiento sobre las vidas pasadas, pero no define el objetivo del yoga en términos del ciclo de reencarnación. Para él, la meditación, técnicamente, es el aislamiento (kaivalya) de la conciencia de su campo de objetos en el que está mayormente enredada, sin importar lo que le suceda al sujeto de la conciencia antes del nacimiento o después de la muerte.
El budismo en su forma zen ha redescubierto este punto de vista, donde el «aquí y ahora» es lo más importante, mientras que las creencias sobre vidas pasadas o sobre las vidas futuras no importan. Los hinduistas, por el contrario, se han convertido en criptobudistas (budistas encubiertos) y han llegado a creer que la liberación (mokṣa) significa detener la rueda de la reencarnación. Ese detalle no es lo que había aprendido Śuetaketu en sus estudios sobre el Ṛg-veda.
Ahora, cuando incluso el padre de Śuetaketu, el bráhmana Uddālaka, no sabe la respuesta a esta pregunta (adónde vamos después de la muerte), van ambos a preguntarle al rey Pravāhaṇa Jaivali (el padre de Jaivaleia). Resulta que el kṣatrīya sí sabe, y resulta que lo ha sabido todo el tiempo. Entonces les enseña la doctrina de la reencarnación. Esta es la primera mención de otras vidas en toda la literatura védica y en todos los escritos de la humanidad. El rey también les dice que todos los kṣatrīyas conocen esta doctrina secreta.
No es de extrañar que la doctrina de la reencarnación sea tan central en las tradiciones de Mahavira (el fundador del yainismo) y de Buda (el fundador del budismo), ambos kṣatrīyas. Finalmente, el rey revela que esta creencia es el secreto del poder de los kṣatrīyas. De hecho, aquellos que consideran sus cuerpos como meras prendas que pueden quitarse y reemplazarse por otras nuevas, no tienen miedo de matar o morir, no tienen miedo a nada y ganan todas las batallas, y por lo tanto disfrutan del poder.
Esta leyenda del Chāndogya-upaniṣad es confirmada por la ausencia de la doctrina de la reencarnación en el Ṛg-veda.
Sin embargo, mi lector afirma:
- Contrariamente a la propaganda maliciosa que ha tomado protagonismo en los últimos meses, los Vedas tienen sus fundamentos en la teoría del renacimiento.
En primer lugar, tengamos en cuenta la suposición del inmaduro debatidor de que cualquier declaración con la que él no esté de acuerdo necesariamente tiene que haber nacido de motivos «maliciosos» («mischievous»: ‘maliciosos, malvados, dañinos, traviesos’). En realidad, una declaración puede ser correcta o incorrecta independientemente de los motivos del hablante; pero no le prestemos atención a esa afirmación errónea.
El lector afirma:
- Casi todos los mantras de los Vedas suponen implícitamente que el renacimiento ocurre en varias especies y situaciones según el karma o las acciones del alma.
Esto definitivamente no es cierto. Uno puede proyectar sus propias creencias sobre los mantras védicos, pero la mayoría de estos pueden leerse sin evocar en la mente del lector la noción de reencarnación o cualquier otra doctrina de una vida después de la muerte. Por ejemplo, los dos mantras más famosos, el mantra Gāiatrī de Viśvamitra y el mantra Mṛtium-jaya de Vasistha, no están relacionados con la reencarnación o el más allá.
El Gáiatri es un himno al Sol naciente, y le pide que ilumine la mente del adorador.
El Mṛtiuṃjaya es un himno a Shiva y le pide que libere al adorador de la mortalidad. Ahora que lo pienso, esto presupone exactamente que el que reza considera que el principal problema a resolver es la muerte. Y esto es justo lo contrario a la doctrina de la reencarnación, donde el renacimiento (que es como una no muerte) se considera un hecho automático. Este mantra contradice completamente la creencia budista e hinduista moderna generalizada de que el problema no es la muerte sino la repetición de los nacimientos; y la liberación consiste en deshacerse de estos renacimientos repetidos.
El lector afirma:
- Proporcionaré algunos mantras de [los] Vedas que hablan específicamente del renacimiento.
Y comienza con el mantra del Ṛg-veda 10.59.6-7:
- Oh, dichoso Ishwar, por favor, vuelve a proporcionarnos ojos sanos y otros órganos sensoriales en el próximo nacimiento. Proporciónanos una poderosa vitalidad, mente, intelecto y valor, una y otra vez en los próximos nacimientos. Que logremos felicidad en esta vida y en las vidas futuras. Que siempre sigamos admirando tu gloria. Mantennos en paz con tus bendiciones. Oh, Ishwar, nos proporcionas espacio, tierra y otros elementos una y otra vez para que funcionen nuestros órganos sensoriales. Tú nos brindas la capacidad de tener buena salud y disfrutar de la vida en cada nacimiento. Nos haces fuertes una y otra vez en varios nacimientos.
- O blissful Ishwar, please provide us again healthy eyes and other sense organs in next birth. Please provide us powerful vitality, mind, intellect, valor again and again in next births. We achieve bliss in this life and future lives. May we keep looking up to your glory always. Keep us in peace with your blessings. O Ishwar, you provide us space, earth and other elements again and again so that our sense organs function. You provide us the ability to have good health and enjoy life in every birth. You make us strong again and again in various births.
Pero, de hecho, el texto original en sánscrito no menciona el renacimiento (punar-janma) sino que simplemente le pide al dios Shiva que le dé esta vitalidad, etc. «otra vez», es decir, después de haberla perdido. El himno trata sobre el «vigor acelerado» y la «medicina que da salud», es decir que pide salud y longevidad: ¡no pide no volver a reencarnar! Para interpretar que allí habla de múltiples vidas se requiere de una acrobacia mental especial.
La fuente citada por mi lector es la traducción notoriamente fantasiosa del reformador hinduista Dayananda Saraswati (1824-1883), de la secta Arya Samaj, en la cual, por ejemplo, los nombres de los diferentes dioses se traducen con la palabra «God» (Dios), convirtiendo a los videntes védicos casi en cristianos.
Como muchos hinduistas modernos, Dayananda Sarasuati proyectó en el texto védico sus propias creencias influidas por el cristianismo. Los pocos hinduistas actuales que leen algo de los Vedas, lo hacen a través de los lentes puránicos, aplicando el hinduismo posvédico que Dayanand Saraswati afirmaba despreciar pero que en gran medida determinó su interpretación.
Lo que él agregó ―y que lo separó del hinduismo de su época―, fue que también trató de incorporar el monoteísmo y la antidolatría protestantes que él había absorbido de sus amos coloniales británicos. Pero en este caso, lo que él inyectó en su traducción de los versos rigvédicos no fue una noción cristiana sino una noción hinduista posvédica de reencarnación.
El lector luego cita el Ṛg-veda 1.24.1-2:
- Pregunta: ¿a quién consideramos el más puro? ¿Quién es el más iluminado del mundo entero? ¿Quién nos proporciona madre y padre otra vez en el mundo después de regalarnos la felicidad suprema o mukti?
Respuesta: Él es Ishwar, quien se ilumina a sí mismo, es eterno, siempre libre, y muy puro. Él solo nos proporciona a la madre y al padre nuevamente en el mundo después de regalarnos la máxima felicidad o mukti.
- Question: Whom do we consider the most pure? Who is the most enlightened one in entire world. Who provides us mother and father again in the world after gifting us ultimate bliss or mukti?
Answer: The self-enlightening, eternal, ever-free Ishwar alone is most pure. He alone provides us mother and father again in the world after gifting us ultimate bliss or mukti.
- Question: Whom do we consider the most pure? Who is the most enlightened one in entire world. Who provides us mother and father again in the world after gifting us ultimate bliss or mukti?
La palabra «mukti» (libertad, liberación) y el concepto de felicidad suprema son completamente imaginarios aquí, el alegato especial que impregna la lectura hinduista posterior de las composiciones védicas.
El texto original habla de «ver» al padre y a la madre, a quienes veremos en el más allá. En eso creían los videntes rigvédicos: es la misma historia que les contamos a nuestros hijos: que nuestros parientes muertos nos esperan en el más allá. A veces también les decimos a nuestros hijos que el abuelo se ha ido a aquella estrella en particular.
Existe un ritual fúnebre brahmánico (śrāddha) ―que todavía se realiza, según me contó un brāhmaṇa tamil― especifica de hecho en qué región del cielo estrellado se encuentra el planeta Pitṛiloka, donde se le da la bienvenida a las almas fallecidas de nuestros antepasados, los pitṛis.
Debemos entender que ese «más allá» védico es incompatible con la noción de reencarnación. El verso contiene la palabra «punah» (‘nuevamente’), y esto parece ser razón suficiente para que nuestro lector crea que se habla de la reencarnación.
Eso es todo por el Ṛg-veda. Las otras citas que da el lector están tomadas del Iáyur-veda y el Atharva-veda (varios siglos más modernos que el Ṛg-veda). Esos otros dos fueron compuestos casi en la época de los Upaniṣads más antiguos (a principios y mediados del I milenio a. n. e.), y no sería irrazonable encontrar allí alguna creencia en la reencarnación. Sin embargo, incluso aquí encontramos traducciones erróneas similares. Según Dayananda Saraswati, de la secta Arya Samaj, esto es lo que dice Iáyur-veda (4:15):
- Cada vez que nacemos, que nuestras acciones sean tales que tengamos una mente pura, larga vida, buena salud, vitalidad, intelecto, sentido fuerte órganos y un cuerpo poderoso. También en la próxima vida, manténganos alejados de las malas acciones y realicemos acciones nobles.
- Whenever we take birth, may our deeds be such that we get a pure mind, long life, good health, vitality, intellect, strong sense organs and a powerful body. In next life also, keep us away from bad deeds and indulge us in noble actions.
Pero otras traducciones, y de hecho tampoco el original en sánscrito, no hablan de reencarnación. Allí dice solamente que el aliento, la vida y la conciencia han vuelto «otra vez». Pero no implica que primero tengamos que haber muerto. Al menos un traductor incluso especifica que el himno se dijo en el momento de despertar.
En cuanto al Atharva-veda 7.67.1, el lector o su fuente (Dayananda) nuevamente se dejan guiar mal. Si ese libro contuviera la doctrina de la reencarnación, todavía no probaría nada sobre el Ṛg-veda, que fue compuesto casi un milenio antes. Pero, encima, el verso citado ni siquiera contiene esta doctrina:
- Que tengamos sentidos saludables y también órganos de trabajo también en la próxima vida. Que pueda yo [estar] lleno de vitalidad. Que pueda tener riqueza espiritual y conocimiento de Ishwar y de los conceptos védicos una y otra vez. Que seamos desinteresados para el bienestar del mundo en las próximas vidas una y otra vez. Que nuestras obras sean nobles para que podamos obtener una vida humana, y que siempre consigamos pureza de mente y acciones para que podamos adorarte y alcanzar la salvación.
- May we get healthy sense and work organs in next life as well. May I [be] full of vitality. May I have spiritual wealth and knowledge of Ishwar and Vedic concepts again and again. May we be selfless for welfare of world in next lives again and again. May our deeds be noble so that we get human life and always get purity of mind and actions so that we can worship you and achieve salvation.
Esta traducción está realmente muy lejos del original, que es otra oración pidiendo salud y longevidad, esta vez obtenida de una hierba medicinal específica.
Muchos himnos del Atharva-veda tratan sobre la restauración de la salud y las hierbas medicinales, es decir, hablan acerca de mantener la salud y prolongar la vida en lugar de contar con una próxima vida.
Acerca del Atharva-veda 5.1.2, Dayananda traduce muy libremente:
- Quien realiza acciones nobles obtiene vidas nobles en los próximos nacimientos con un cuerpo fuerte y un intelecto agudo. Los que realizan malas acciones nacen en especies inferiores. Experimentar los frutos de acciones pasadas es un rasgo natural del alma. Después de la muerte, el alma reside en Vayu, Jala, Aushadhi, etc. y nuevamente ingresa a un útero para tomar su próximo nacimiento.
- One who conducts noble actions obtains noble lives in next births with strong body and sharp intellect. Those who conduct bad deeds get birth in lower species. To experience the fruits of past actions is natural trait of soul. After death, the soul resides in Vayu, Jala, Aushadhi etc. and again enters the womb to take next birth.
No vemos en el texto sánscrito al término «próximos nacimientos». Tal vez deberíamos sentarnos juntos y realizar una traducción palabra por palabra. Este himno se llama significativamente el «Himno de la inmortalidad», un nombre que ya hemos demostrado que está en desacuerdo con la creencia de la reencarnación y ciertamente está en contra de la posterior doctrina cuasibudista de que estamos cansados de estos renacimientos sin fin en este valle de las lágrimas.
En cambio en el Iáyur-veda (19.47) sí puede estar mencionada la doctrina de la reencarnación:
- Hay dos caminos para el alma. Un camino «pitṛi-iana» que brinda nacimientos una y otra vez mediante la unión de un padre y una madre, mediante las buenas y malas acciones, la felicidad y la tristeza. El otro camino, «deva-iana», libera al alma del ciclo de nacimiento y muerte y proporciona la dicha de la salvación. El mundo entero reverbera con estos dos caminos. Y después de ambos, el alma vuelve a nacer como progenie de un padre y una madre.
- There are two paths for the soul. One path Pitryana provides birth again and again through union of father and mother, good and bad deeds, happiness and sorrow. The other path of Devayana frees the soul from cycle of birth and death and provides bliss of salvation. The whole world reverberates with both these paths. And after both, the soul again takes birth as progeny of father and mother.
Este es el mismo concepto enunciado repetidamente en los Upaniṣads más antiguos: que podemos ir al cielo (camino de los dioses) o podemos volver aquí (camino de los antepasados). Esta doctrina tiene el mismo origen que la doctrina de los antiguos Upaniṣads, donde sí se habla de la reencarnación, pero donde de hecho esta doctrina se presenta como una innovación (y no como un conocimiento proveniente de los Vedas anteriores).
Nuestro lector termina su carta con algunas largas citas de la obra maestra Light of truth (‘la luz de la verdad’) de Dayananda Saraswati, que solo prueban que él ―como la mayoría de los hinduistas del siglo XIX― creía en la reencarnación y no podía imaginar la vida sin ella. La secta de Dayananda, la Arya Samaj, afirma hasta el día de hoy que Dayananda aborrecía la decadencia en la que la literatura puránica había arrojado a los hinduistas, y que él simplemente quería restaurar la pureza prístina que los Vedas alguna vez disfrutaron.
Sin embargo, él también era un «hinduista puránico» y no podía evitar leer los Vedas a través de los lentes puránicos. Creía que los Vedas eran de origen sobrenatural, de ahí su intento de extirpar de su traducción toda referencia a personas y lugares mundanos.
Pero, de hecho, conocemos las relaciones familiares de los videntes védicos, los lugares donde vivieron, por dónde viajaron, las razones por las que libraron guerras y las tribus contra las que lucharon; incluso conocemos su adicción hacia el licor psicodélico soma.
En resumen, ellos y todos sus libros eran humanos, demasiado humanos. Por supuesto, cambiaron de opinión de vez en cuando y aprendieron de su entorno o de sus propios descubrimientos.
De esta manera, primero creyeron en un más allá donde todos nos encontraríamos de nuevo, pero más tarde arribaron a la idea de que regresaríamos del más allá para nacer de nuevo.
Dado que esta creencia está atestiguada entre muchas tribus diferentes en todo el mundo, y dado que la India conocía a muchas tribus de las cuales las tribus védicas (los páuravas y especialmente los bháratas) eran solo una de las tribus, opinamos que también existía entre algunas tribus indias en el momento en que Ṛg-veda fue compuesto.
Pero esta doctrina era nueva para los videntes védicos, quienes habían tenido una creencia diferente por mucho tiempo.
Únicamente cuando una casta exitosa ―los kṣatrīyas― anunciaron la nueva y hasta ese momento secreta doctrina de la reencarnación como su clave para el éxito, la doctrina cuajó.
De esta manera, deducimos que la historia de la India es también una historia de progreso y cambio.
Así termina el artículo escrito por el académico belga Koenraad Elst (Leuven, 1959), y publicado el 22 de marzo de 2013 en el blog Koenraad Elst (en Blogspot).
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